sábado, 6 de agosto de 2016

Carne…intentando despejar algunas dudas. Antes de empezar, lo básico.


Antes de empezar con el segundo post de la serie (recordemos que el primero era una puesta en situación y una justificación de estos post), daremos unos consejos básicos a todo lector:

1-    Nunca creas todo lo que encuentres en un periódico, una revista un blog, o escuches por la radio y la televisión.

Hay que ser escépticos. Aquí cada uno tenemos nuestros sesgos, y yo y este blog los tenemos. Por ejemplo yo tengo mis conflictos de intereses, ya que doy clase sobre la dieta vegetariana. Así que más que creerme a mí, o a otros blogueros, id a la fuente de la información. Las referencias están para algo. Y pensad que nutrición no es matemáticas…no suele haber muchos blancos y negros, y lo que abundan son las distintas tonalidades de grises. Si lees o escuchar algo “raro”, contundente, categórico o radical…DUDA, duda mucho.


2-    Nunca creas a un único estudio aislado.

En pubmed hay millones de estudios. Unos bien hechos y otros mal hechos, unos publicados en revistas de alto impacto y otros en donde les han dejado. No necesariamente por estar en Lancet, JAMA o Nature hay que santificar el estudio, pero ahí no suelen publicar “cualquier cosa”. E incluso si el estudio está publicado en ese tipo de revistas, investiguemos un poco el contexto. ¿Es una réplica u otro estudio? ¿Se han hecho más estudios parecidos? ¿Concuerdan los resultados? Lo dicho, miremos más que sólo al estudio en cuestión.

3-    Considera la fuente y su financiación.

No solo los bloggers tenemos conflictos de intereses. Los científicos también los tienen. Y no son pocos los estudios que suele pagar la industria alimentaria. Por ejemplo, se revisaron 206 estudios sobre los efectos en la salud del consumo de distintos alimentos: leche, zumo y refrescos azucarados. De estos 211 estudios, 111 declararon conflictos de intereses con la industria. Vamos que el estudio estaba pagado y que los investigadores recibían dinero por realizarlo y publicarlo.


¿Sabéis cuántos de esos 111 estudios con conflictos de intereses mostraron efectos perjudiciales para el alimento que estudiaban (y por el que recibían financiación)? Pues imaginad….NI UNO SOLO.



Sin embargo de los 95 estudios que no mostraron conflicto de intereses, se encontró evidencia de que este tipo de alimento podría ser perjudicial en un 37% de los estudios. La diferencia es bastante significativa, lo que demuestra que en muchos casos, la ciencia puede ser comprada.






4-    Considera el diseño del estudio.

Muchas personas cuando leen un estudio no saben la diferencia entre un estudio transversal, uno de cohorte, y otro de intervención. En principio un ensayo clínico aleatorizado cegado es el top en evidencia científica, muy por delante de un estudio transversal en el que sólo se suele pasar una encuesta y en visos de sus resultados lanzamos hipótesis. Por ejemplo puede que preguntemos por las veces que se come pan, pasta, bollería, legumbres, fruta, verdura, carne, pescado, etc. a la semana y por el peso de la persona encuestada y percepción de su salud. Quizás pueda haber una asociación entre el consumo de verdura y un peso más elevado. Y quizás haya una asociación inversa entre el consumo de chucherías y dulces y un peso menor. ¿Quiere decir esto que las verduras engordan y las chuches adelgazan? Pues no es tan sencillo, y por eso este tipo de estudios hay que cogerlos con pinzas. Hay mucha gente que o bien miente deliberadamente en las encuestas de frecuencia de consumo, o bien ni se acuerda de las veces que ha comido legumbres, patatas, pescado en el último mes. Y, además, pueden influir otras cosas…quizás la muestra es pequeña, y da la casualidad de que los que comían más chuches son los que más deporte hacían, sufrían de menos estrés y dormían más horas. Lo dicho, estos estudios de encuestas, tienen el valor que tienen…cuando los leáis no creáis que son verdades como puños.

Respecto a los RCT, ECAs o esos estudios que son el “gold standar” en la medicina/nutrición basada en evidencia (o en pruebas), decir que la nutrición no funciona igual que la farmacología. Me explico, aleatorizo a la muestra, y a unos les doy un fármaco y a otros un placebo. Después de un tiempo mido marcadores, y comparo diferencias.

Pero cuando estudiamos por ejemplo las enfermedades crónicas y la influencia de la nutrición en ellas, hablamos de muchas variables. Además, y por lo general resulta muy complicado que las personas que se aleatorizan a un tipo de dieta estén dispuestas a seguirlas por muchos años. De hecho y como veis en la foto...

Los participantes perdían adherencia a lo largo del tiempo en las 4 diferentes dietas. 


la gente pierde adherencia a la dieta, y los resultados a largo plazo pues poco nos dicen sobre ella, ya que apenas nadie la sigue. Pero aunque en estudios de duración corta sí se puedan ver resultados en algunos marcadores, luego no sabemos si esos marcadores a la larga se van a traducir en menor mortalidad, o menor incidencia de algunas enfermedades. De hecho hay estudios en el que la mejora en marcadores no se corresponde en una reducción en la mortalidad.

Los participantes mejoraron marcadores pero no así la mortalidad.


Y hay otras cosas que no podemos testar en un estudio de intervención. Por ejemplo no podemos imponer a un grupo de personas fumar 2 paquetes de tabaco al día y a otro grupo obligarles a que no fumen durante toda su vida, para ver la incidencia de cáncer de pulmón achacable al tabaco. O no podemos aleatorizar a un grupo de paracaidistas a saltar con paracaídas y a otros a saltar sin el para ver si el paracaídas salva vidas. Hay cosas que no son éticas, y que es mejor basarse en estudios de cohortes para llegar a conclusiones, aunque este tipo de estudios no tengan la misma “evidencia” que los RCT o ECA’s.



 Así por ejemplo la inmensa mayoría de los estudios que hay sobre alimentación y cáncer son estudios de cohortes en los que preguntamos los hábitos de alimentación a un grupo de personas y los seguimos por un largo periodo de tiempo, y vemos que alimentos pueden resultar más protectores  y cuales más perjudiciales para este tipo de patologías. 

5-    Análisis estadístico.

En un ensayo de cohortes puede haber diferentes variables confundidoras, y los investigadores pueden “ajustar” sus estudios a estas para que en principio los resultados sean más objetivos. Pero depende de con qué ajustemos podemos encontrar unos resultados u otros, y en ocasiones se van buscando los resultados, por lo que puede haber un “sobre ajuste” o puede que investigadores se pasen por la piedra las variables confundidoras. Por ejemplo imaginad que me paga la industria azucarera y en mi estudio me sale que la gente que consume más refrescos azucarados no tiene ni más posibilidades ni menos de padecer obesidad. Pues es un resultado que me vale…porque imagina que ajusto por ejemplo por actividad física y joder…ya veo que se me jode el estudio y me da una asociación positiva entre el consumo de este tipo de bebidas y un aumento de peso. Pues me olvido de las variables y voy a lo que quiero, que es tener los resultados que se “supone” debo tener.

6-    ¿Tratan de hacer ciencia los investigadores?

Los “buenos” científicos son humildes y cautelosos. Ningún estudio es perfecto, pero los buenos científicos tratan de compartir su trabajo a la comunidad científica de una forma trasparente con el fin de que se puedan replicar los datos en otros estudios.  Leamos las limitaciones del estudio. Este tipo de autores no suelen esconderlas y no suelen hacer afirmaciones categóricas.

7-    Aprende de los que más experiencia tienen.

Podemos aprender mucho de los que realmente saben y tienen mucha experiencia en el campo. Aunque hay que ser escépticos con todos, hay profesionales en materias específicas que tienen detrás de si decenas de publicaciones, son profesionales respetados en su campo y no suelen llevar tras de sí a decenas de marcas comerciales. Vamos que no estamos hablando de Gómez Candela y compañía.

 Esta gente también se equivoca, pero en su campo nos suele dar un repaso, así que conviene ser humildes y aprender de ellos. Por ejemplo no se suele dudar de la profesionalidad de Roger Unger en diabetes, de Alessio Fasano en celiaquía, o de profesionales como Frank Hu, Dariush Mozaffarian, Walter Willett, Christopher Gardner de HSPH y Stanford o del gran Stephan Guyenet.  

Roger Unger

Y antes de terminar y ya entrar en materia dedicaré mis últimas líneas a los negacionistas. Son gente, que a pesar de que pruebas y más pruebas indiquen una cosa, van a sesgar y sesgar para que no se pueda dar esa imagen. 

Algunas características de esta gente son: las revistas científicas conspiran en pos de unos intereses y no quieren mejorar la salud pública. No hay que fiarse de ellas.

 Tengamos presentes que sí tenemos que ser astutos, ya que como hemos visto es cierto que hay muchos estudios con conflictos de intereses en los que “casualmente” el resultado de los estudios siempre es positivo para el patrocinador. Ser cautelosos no es lo mismo que ser conspiranoicos contra todo el sistema y contra la ciencia en general.

 En general a los negacionistas les gusta denigrar a los expertos. Pondremos un ejemplo de mi amigo de “No vuelvo a engordar”, el mismo que de la noche a la mañana cambió las condiciones de publicación de comentarios simplemente para censurar el mío. Aquí hablando sobre Guyenet: Lo de que las calorías determinan la cantidad de grasa en el cuerpo es sencillamente una idea estúpida, como he explicado una y otra vez en el blog. Pero bueno, ninguna sorpresa en Stephan Guyenet, PhD, pues es conocido que él defiende esas ideas (y de hecho por eso Sam Feltham le ha entrevistado). ¿Estoy diciendo que un investigador, doctor en neurobiología, está cometiendo un error de parvulario en sus planteamientos? Desconozco hasta qué punto que este señor tenga un título hace mejores sus planteamientos. ¿Serían mejores los míos si yo fuera doctor como él? Pero no sólo está equivocado: está engañando a la gente, por mentiroso o por ignorante". https://novuelvoaengordar.com/tag/stephan-guyenet/

A los negacionistas les gusta reinterpretar los artículos que van en su contra. Pongamos un ejemplo. Imaginaos que mi grupo de investigación está analizando el consumo de leche y su relación con el riesgo de síndrome metabólico. Dividimos a nuestra cohorte en 6 grupos según el consumo de leche. Por ejemplo grupo 1 es el que no toman leche en toda una semana, en grupo dos es los que toman de 1 a 4 vasos por semana, grupo tres de 5 a 9 vasos por semana, el grupo cuatro de 10 a 14, grupo 5 de 15 a 19 y el grupo 6 son los que toman más de 20 vasos por semana. 

Imaginemos los siguientes resultados para el síndrome metabólico: Riesgo relativo para los que no toman leche 0,79, para los del primer grupo 0,89, segundo grupo 1, tercer grupo 0,99, cuarto grupo 1,17, quinto grupo 1,27 y sexto grupo 1,44. Los investigadores de este estudio concluimos afirmando que según nuestro estudio a mayor consumo de leche mayor riesgo de síndrome metabólico. Pero NO, los negacionistas se fijarán en ese tercer grupo y le darán la vuelta al estudio. 

Dirán es que es más sano beber de 5 a 9 vasos que de 1 a 4, por lo que al beber más leche nos estamos protegiendo del síndrome metabólico. Dirán que las conclusiones de los autores son exageradas y que no se corresponden a los resultados obtenidos. Realmente es cierto que hay autores que hacen conclusiones que poco tienen que ver con los resultados del estudio, pero es que estos negacionistas critican sistemáticamente a todo estudio, sea de la revista que sea, sea del autor que sea siempre que esté en contra de sus teorías.


Los negacionistas crean expectaciones imposibles de investigación. Por ejemplo como el “gold standar” de investigación son los RCT y los estudios de cohortes no tienen tanta evidencia, pues no me creo nada que me diga un estudio de cohortes. Ya hemos dicho que no es fácil ni ético muchas veces hacer estudios sobre tabaco y cáncer o alimentación y cáncer. No podemos dar de comer a un grupo de pacientes sólo salchichas y a otros que coman una dieta vegetariana para ver quiénes son los primeros que sufren un cáncer de colon.

 Pero imaginad que sean TODOS los estudios de cohortes indican un fuerte riesgo relativo de padecer cáncer si se consume este tipo de alimentos. O imaginad que no fuese el 100% de los estudios, sino el 98%. Pues una persona sin sesgos, podría concluir que a mayor consumo de salchichas mayor incidencia de cáncer. Pero NO, los negacionistas dirán que los estudios observacionales no prueban causalidad, y que la epidemiología es basura.

Por último los negacionistas ganan influencia no por su gran sabiduría ni por su autoridad en un campo…ganan influencia por lo repetitivos y CANSINOS que son.

Pues con esta dosis de escepticismo ya estamos preparados para empezar con nuestra investigación sobre la carne. Mañana cerraremos la parte que teníamos pendiente sobre diabetes de post anteriores, y comenzaremos a responder una de las preguntas lanzadas en el primer artículo de la serie sobre la carne: Como la carne no tiene hidratos, ¿nos protege de la diabetes? Nos centraremos en sí debemos priorizar esas proteínas animales de alto valor biológico, o sin embargo las proteínas para muchos de “segunda”, vamos las de origen vegetal, son mejores o peores a la hora de prevenir y tratar esta patología.


Pues eso, mañana más.  

2 comentarios:

  1. Pero qué bueno eres Ruben. Deberías animarte a un libro. Yo sería tu primer comprador.Un abrazo.

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  2. Jajajajaj, muchas gracias tío. Y de momento seguiré metiendo caña en el blog, así que te daré lectura igualmente. Y cabroncete tu eres un maquina...el que tienes que escribir un libro eres tú, que no te pierdes una. Un abrazote.

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