lunes, 28 de abril de 2014

IMPORTANCIA DE LOS HIDRATOS DE CARBONO EN LA ALIMENTACIÓN

Esta es la primera vez que este blog acoge una entrada de un autor invitado.
Se trata de Alejandro Villaverde Ferreiro, y este post participa en la VII Edición
del Carnaval de la Nutrición organizado por: Una Pizca de Vida. Solo agradecer por
mi parte el tiempo dedicado por Alejandro para confeccionar un artículo tan detallado,
referenciado y personal, e invitar a los lectores de este blog a que le echen un
vistazo, porque el post, aún siendo extenso, merece una lectura por parte de todo quien
le guste aprender sobre nutrición.

IMPORTANCIA DE LOS HIDRATOS DE CARBONO EN LA ALIMENTACIÓN


Considero que la aportación de los carbohidratos a nuestra alimentación ha de ser
mínima. Esto lo digo porque los considero perjudiciales para nuestra salud. Al menos
si basamos nuestra dieta en ellos como propone la pirámide nutricional que hoy día
sigue en vigor. Esta nos indica que nuestra ingesta calórica debe provenir en un 60%
de los carbohidratos, en un 25% de las grasas y en un 15% de las proteínas.
Luego nos sorprendemos de que en nuestro país el 14% de la población padezca de
diabetes tipo II. No tendríamos que sorprendernos si nos percatásemos de que la
diabetes mellitus tipo II es consecuencia de la elevada ingesta de hidratos de carbono.
Si la pirámide nutricional hubiese establecido una ingesta de carbohidratos del 5% la
diabetes tipo II no existiría. El mejor tratamiento que se aplica hoy día a los enfermos
de diabetes es la restricción severa de los hidratos de carbono en su alimentación. Así
se logra que dejen o reduzcan mucho la medicación evitando todas las graves
complicaciones que se derivan de esta enfermedad.
A pesar de lo obvio de esto y de los muchos estudios que se han hecho los llamados
expertos en nutrición siguen recomendando atenerse a las recomendaciones de la
pirámide nutricional.

“ Si la pirámide nutricional hubiese establecido una ingesta de carbohidratos del
5% la diabetes tipo II no existiría”


No solo eliminaríamos la pandemia de diabetes sino también la de obesidad y la
mayoría de los accidentes vasculares. Estos últimos no se acabarían pero disminuirían
enormemente porque una dieta baja en hidratos mejora muchísimo el perfil lipídico.
Se sabe que más del 90% de los casos de obesidad están causados por la resistencia a
la insulina. Todos estos obesos adelgazan, normalizan su glucemia, reducen su ácido
úrico, elevan su HDL, reducen su colesterol total y bajan su tensión arterial. Esto que
parece milagroso está demostrado y es real (más adelante incluiré referencias y
bibliografía). Aún así hay mucho miedo injustificado a seguir esta alimentación por el
pánico que produce la palabra cetosis. Muchos médicos la confunden con la
cetoacidosis siendo cosas totalmente dispares. La cetosis es un estado totalmente
inofensivo para el cuerpo. Estando en ella nuestro cuerpo pasa de funcionar con los
hidratos (metabolismo glucolítico) a hacerlo con las grasas (metabolismo lipolítico).
Esto no solo no nos daña sino que nos da más energía puesto que las grasas tienen
más del doble de calorías que los HC.
De los HC se dice que son un nutriente esencial y esto no es cierto. Si fuesen
esenciales moriríamos los que no los tomamos y esto no es así. Esenciales son las
proteínas y las grasas. Hay aminoácidos esenciales (isoleucina, leucina, histidina,
valina treonina, triptófano, fenilalanina, metionina y lisina) y ácidos grasos
esenciales. No existe ningún HC esencial.

Experiencia Personal

Todo esto no lo digo por saber de experiencias ajenas y ensayos clínicos (que
también) sino porque lo he experimentado por mí mismo. Empecé a principios de
enero del 2012 con una dieta sin HC, pesaba 113 kilos. En 14 meses conseguí
ponerme en 72 kilos y me mantengo en este peso al tiempo que continúo comiendo
sin HC. Mi estatura es de 1,82. Llevo 28 meses en cetosis y me encuentro de
maravilla.

Análisis antes de comenzar la dieta cetogénica.
COLESTEROL TOTAL 210
COLESTEROL HDL 40,3
COLESTEROL LDL 145
TRIGLICÉRIDOS 125
GLUCOSA 111
URATO 8,2

Análisis del 3-10-2013
COLESTEROL TOTAL 160
COLESTEROL HDL 56,9
COLESTEROL LDL 89
TRIGLICÉRIDOS 72
GLUCOSA 89
URATO 2,5

No empecé suprimiendo los carbohidratos para adelgazar sino porque tenía la glucosa
elevada en ayunas y me habían recetado dos pastillas de metformina 850 al día. Mi
endocrino me dijo que esto era de por vida y que con el tiempo tendría que tomar
hipoglucemiantes orales más potentes y después inyectarme insulina. La perspectiva
de este panorama no me hacía gracia. Mi padre fue diabético y presencié los estragos
y complicaciones que causa esta enfermedad. El caso es que cuando me recetaron la
metformina ya llevaba un año sin probar el azúcar. Mi médico de cabecera me indicó
que era lo que debía hacer para bajar mi glucemia. Aun así continuaba con la
prediabetes. Incluso 6 meses después de empezar a tomar la metformina marqué 111
de glucosa en ayunas. Me puse a pensar en el tema y decidí probar a suprimir todos
los HC (al ver que la supresión del azúcar no era suficiente); tanto pan como pastas,
legumbres, arroz, frutas y demás. Mi glucemia en ayunas marcó 89 en noviembre del
2012 cuando llevaba 11 meses con la dieta. A partir de aquí me la fueron tomando por
las tardes en el ambulatorio y estuve marcando entre 70 y 80 y eso que me la tomaban
dos horas después de comer. Me suprimieron el tratamiento con la metformina y mi
glucemia continuó igual de normal.
También estaba tomando dos pastillas de captopril 50 al día pues era hipertenso. Me
las quitaron al tiempo que la metformina y mi tensión está siempre entre 100/60 y
110/70.
Los más de cuarenta kilos que me quité de encima fueron un efecto secundario
fantástico. No era mi objetivo inicial. Lo que me preocupaba era el llegar a ser
diabético. A día de hoy sé que jamás padeceré diabetes, nunca volveré a estar gordo y
no padeceré HTA.
Mi estado sigue siendo de cetosis y pienso continuar de por vida sin tomar
carbohidratos. Esto es un modo de vida y no algo que se hace hasta que se logran los
objetivos perseguidos.





Entendiendo la cetosis

Las dietas cetogénicas estimulan la producción de cuerpos cetónicos: acetoacetato
(AcAc), beta-hidroxibutirato (bHB) y acetona mediante la vía de 3-hidroxi-3-
metilglutaril-CoA (HMG-CoA), en el hígado (1). Estos compuestos son liberados al
torrente sanguíneo ya que el hígado no tiene las enzimas necesarias para usarlos
como sustratos energéticos (1).
La vía de HMG-CoA: el acetil-CoA derivado principalmente de la beta-oxidación de
ácidos grasos se convierte en CC. Se ha demostrado que la HMG-CoA sintasa
mitocondrial (la enzima limitante de la vía) se expresa también en el sistema nervioso
central y que la cetogénesis ocurre mayormente en los astrocitos (1).
La concentración de CC en la sangre es directamente proporcional a la concentración
de ácidos grasos libres (FFA) (2). Tanto los FFA como CC pueden ser utilizados
como energía en los tejidos periféricos, y esta utilización es directamente
proporcional a su concentración plasmática (3). A su vez, el aumento de la
concentración de FFA y CC en la sangre reduce el consumo de glucosa para producir
energía, la cual se ve reflejada durante un ayuno prolongado, en donde la oxidación
de glucosa llega a solo 50g/día (2). Este es un mecanismo por el cual el cuerpo tiende
a mantener la masa magra aún cuando los requerimientos energéticos no son
cubiertos (ventaja evolutiva) (2).
La insulina disminuye la lipólisis y la liberación de FFA del tejido adiposo a la sangre
(4), por lo que tiene un efecto negativo sobre la producción de CC. Cuando los
niveles de insulina son bajos, se observa un cambio metabólico que produce una
disminución de la degradación de aminoácidos para formar glucosa y sirve para
preservar las reservas proteicas del cuerpo con gran eficiencia (5).
La cetosis suele asociarse al ayuno, por lo que la mayor cantidad de estudios se han
basado en la cetosis inducida por este. Durante los primeros días del ayuno, los
niveles de glucosa e insulina disminuyen a 65mg/100mL y 10-20microU/mL,
respectivamente; mientras que los niveles de FFA se incrementan a 1.2 mEq/L (2). La
habilidad para proveer sustratos a partir del tejido adiposo es facilitada aún más por la
cetosis (6). El aumento de la concentración de CC (aproximadamente hasta
50mg/100mL) aumenta la utilización de CC por los tejidos y cerebro, disminuyendo
las necesidades de glucosa, gluconeogénesis a partir de aminoácidos y la excreción de
nitrógeno (2). De esta manera se produce un ahorro de las proteínas musculares y se
disminuye el catabolismo proteico al reducir la dependencia de glucosa.
Si bien un ayuno completo por periodo prolongado puede causar la pérdida de masa
magra, se puede lograr un estado similar al del ayuno manipulando la ingesta de
macronutrientes. Se sabe que la estimulación de la insulina por los aminoácidos
depende de los niveles de glucosa, siendo mayor cuando la glicemia se mantiene
elevada (7). Es decir, cuando la glicemia es baja y la insulina también es baja, la
estimulación de la insulina por parte de los aminoácidos es menor. Comparado con la
misma cantidad de carbohidratos, la ingestión de proteína va a producir un aumento
más leve en los niveles de insulina y va a haber una menor inhibición de la lipólisis.
En un estado de cetosis, y consumiendo solo proteína se lograría una reducción
importante de peso principalmente de agua y tejido adiposo, a razón de 200-250g por
día (2). Además, se ha demostrado que la respuestas metabólicas al ayuno no son por
la restricción calórica per se sino debidas a la restricción de glucosa (8). Entonces,
podemos simular un estado de ayuno y obtener todos los beneficios de la cetosis
restringiendo el consumo de glucosa, consumiendo una cantidad adecuada de
proteína y grasas.

A pesar de que el principal sustrato durante la cetosis son los cuerpos cetónicos (CC),
siempre existe un grado de gluconeogénesis para proveer glucosa a aquellos tejidos
que no pueden utilizar CC (glóbulos rojos, retina, lente ocular y médula renal) (9).
Durante el ayuno, el principal sustrato para la gluconeogénesis es el lactato, y casi el
46% de la glucosa producida en el hígado proviene del reciclado del lactato y
piruvato (56g/día). El glicerol proveniente del tejido adiposo proporciona unos 11g
adicionales para formar glucosa (10) y se ha mostrado que la gluconeogénesis a partir
de la alanina es de aproximadamente 10g/día (10). Finalmente, el hígado es capaz de
formar 200g de glucosa por día en ausencia de carbohidratos (9).

Beneficios de las dietas cetogénicas

Beneficios cardovasculares


Las dietas cetogénicas producen una mejora en el perfil cardiovascular, induciendo
un efecto cardioprotector (11). El aumento en el consumo de carbohidratos se ha
asociado a la obesidad y al aumento en los marcadores aterogénicos como son los
triglicéridos o VLDL (12). El hecho de que una dieta rica en carbohidratos se asocie a
hipertrigliceridemia está bien establecido (12,17,18,19).
Al comparar una dieta baja en carbohidratos con una dieta baja en grasas, se puede
comprobar que se produce un descenso en los niveles de triglicéridos y un incremento
en los niveles de HDL más marcado en la dieta baja en carbohidratos que en la dieta
baja en grasas, tanto a los seis meses (20) como a los 12 meses (21) de seguimiento.
Teniendo en cuenta que el perfil aterogénico lipoproteico está caracterizado por un
incremento en la producción hepática de VLDL, bajos niveles de HDL y un
predominio de moléculas LDL de pequeño tamaño (22), resulta sorprendente que la
dieta tradicional baja en grasas y rica en carbohidratos favorezca este perfil
aterogénico en pacientes que previamente no tenían este problema (23).
En relación a los niveles de LDL, las dietas cetogénicas con predominio en la ingesta
de grasas y dentro de estas de las saturadas pueden no disminuir o incluso
incrementar ligeramente las cifras totales de dichas lipoproteínas, sin embargo hay
que ser muy cautos a la hora de interpretar este ascenso, ya que mejoran el perfil
LDL, provocando un descenso en las partículas de pequeño tamaño (las
aterogénicas) e incrementando las de gran tamaño, además de provocar un descenso
en el cociente colesterol total/HDL (14,24,25,26)
Cuando la dieta cetogénica se basa fundamentalmente en las proteínas, también tiene
beneficios cardiovasculares, de tal forma que provoca un descenso del colesterol
total, LDL, triglicéridos e incrementa los niveles de HDL (13,27,28,29). Comparando
la dieta cetogénica baja en carbohidratos/alta en proteínas con una dieta cetogénica
baja en carbohidratos/alta en grasas parece ser que la principal diferencia entre ambas
dietas, desde un punto de vista de lípidos sanguíneos, se refleja en los niveles de
LDL. En una dieta cetogénica rica en grasas (60% de energía procedente de la grasa,
32% de la proteína y 8% de los carbohidratos) los niveles totales de LDL aumentan
(30), mientras que en una dieta cetogénica alta en proteínas (31% de energía
procedente de la grasa, 55% de la proteína y 14% de los carbohidratos) disminuyen
(31), aunque como ya se dijo con anterioridad, los niveles que aumentan de LDL son
los cardiovascularmente saludables. Añadir que este aumento en las LDL que se da en
las cetogénicas altas en grasas ocurre cuando la mayoría de estas son saturadas, si son
poli o monoinsaturadas las LDL también disminuyen y predominan las
cardiosaludables.
Las dietas cetogénicas bajas en carbohidratos no solamente tienen beneficios
cardiovasculares a corto plazo, sino también en periodos de tiempo de más larga
duración: así a los seis meses de seguimiento provocan mejoras en la presión
sanguínea, colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos (32,33); y a los 12 meses de
duración su consumo se asocia a una mayor mejora en factores de riesgo
cardiovasculares si se compara con una dieta baja en grasas, ya que los niveles de
HDL son mayores y los triglicéridos menores (21,34).
También demuestran ser efectivas para la hipertensión. Esta eficacia podría ser debida
a que las dietas bajas en carbohidratos corrigen anormalidades del metabolismo de la
glucosa descendiendo la presión sanguínea y los niveles de glucosa e insulina
(35,36). Esta conexión se basa en el hecho de que la insulina juega un papel
importante en la regulación de la presión sanguínea, ya que los niveles de insulina
son la principal causa de hipertensión asociada a la obesidad (36,37). Esto es debido a
que la hiperinsulinemia produce antinatriuresis, antikaliuresis y antiuricosuria (38).
Por esta razón no nos debe sorprender que la resistencia a la insulina esté vinculada
con la hipertensión (36,39).
Una mayor ingesta en proteínas se asocia a presiones sanguíneas más bajas (40,41).
Esto podría ser consecuencia de la relación existente entre la mayor pérdida de
líquidos asociada a una mayor producción y eliminación de urea, debido a que la urea
proviene del metabolismo proteico y los riñones para eliminarla necesitan una gran
cantidad de agua, que se perderá con ella (42).
La cardiopatía hipertrófica hipertensiva, se podría prevenir en parte mediante el
empleo de dietas cetogénicas ricas en grasas gracias a los bajos niveles de insulina e
IGF-1 asociados, ya que estas hormonas anabólicas están implicadas en la activación
de los mecanismos moleculares responsables del desarrollo de dicha hipertrofia (43)

Beneficios en la prevención y tratamiento de la diabetes tipo II
Las dietas cetogénicas también tienen beneficios en el tratamiento de la diabetes tipo
II ya que mejoran el perfil glucémico (13,27,44,45,46) , la sensibilidad a la insulina y
los niveles plasmáticos de hemoglobina A1c (44,45,46).
El empleo de una dieta cetogénica, además de reducir el peso (27,28,33,35) y la
tensión arterial (33,35), corrige el metabolismo de la glucosa, ya que desciende los
niveles circulantes de glucosa (27,28,33,35) e insulina (33,35), siendo un tratamiento
efectivo en pacientes obesos diabéticos tipo II (27).
Bisschop y colaboradores (48) también recalcan que aunque el metabolismo lipolítico
también se presenta con el ayuno, hay una diferencia muy importante con el
provocado por la dieta cetogénica, pues mientras que el provocado por dicha dieta no
causa insulinorresistencia sino todo lo contrario, favoreciendo la síntesis del
glucógeno, el provocado por el ayuno provoca insulinorresistencia y no favorece la
síntesis de glucógeno.
Dashti y col (27) y Yancy y col. (49) examinaron la seguridad y efectividad de una
dieta cetogénica en la mejora del perfil glucémico en pacientes obesos con diabetes
tipo II (69 pacientes en el primer caso y 28 en el segundo). En ambos casos hubo una
mejora en la pérdida de peso, perfil lipídico y glucémico. Yancy y col. (49)
observaron que después de 16 semanas de tratamiento, el 100% de pacientes que
completaron el estudio tuvieron una mejora significativa en el control glucémico
(descendió la glucosa en ayunas y la HbA1c), niveles de triglicéridos y pérdida de
peso. La medicación para la diabetes que tomaban estos pacientes fue interrumpida o
reducida en el 68,42% de los pacientes que completaron el estudio.
En relación a la resistencia insulínica se vincula el síndrome del ovario poliquístico,
un desorden metabólico frecuente en mujeres que se encuentran en la edad
reproductiva y que se caracteriza por insulinorresistencia, obesidad central y
dislipemia. Westman y col. (50) y Mavropoulos y col. (51) estudiaron los efectos de
una dieta cetogénica en el síndrome del ovario poliquístico. Después de 24 semanas
de seguimiento, la dieta cetogénica mejoró significativamente el peso de las
participantes, el porcentaje de testosterona libre (50,51), la relación LH/FSH y la
insulina en ayunas (51). Estos resultados indican los posibles beneficios de las dietas
cetogénicas en mujeres con síndrome del ovario poliquístico.
Otra posible utilidad de las dietas cetogénicas vinculada al metabolismo glucídico,
parece estar relacionada con la diabetes gestacional, ya que se ha comprobado que la
reducción en la ingesta de carbohidratos en mujeres que desarrollan este problema,
trae como consecuencia una mejora en el perfil glucémico y un descenso en las
necesidades de insulina (52).

Efectos infundados de las dietas cetogénicas

¿Posibles efectos cancerígenos a largo plazo?
Muchos científicos piensan que las dietas más saludables deberían de contener un 55-
70% de carbohidratos y que las dietas cetogénicas podrían ser potencialmente
cancerosas debido a que existen estudios epidemiológicos que han asociado la ingesta
de productos animales con la génesis del cáncer. Sin embargo, estos estudios están
sesgados pues no tienen en cuenta el posible efecto de factores de confusión cuya
presencia sí se ha demostrado que se vincula al desarrollo del cáncer. Estos factores
de confusión se relacionan con una dieta rica en carbohidratos y son: la contribución
energética total de los carbohidratos, el índice glucémico, la carga glucémica, la
glucemia e insulinemia en ayunas y tras una carga oral de glucosa (53).
Por el contrario, las dietas cetogénicas han demostrado ser eficientes en la reducción
del tamaño tumoral y la pérdida de peso asociada al proceso canceroso, tanto en
humanos (54,55) como en ratones (56). Esta capacidad podría ser debida a una
inhibición de la angiogénesis (57,58) y una menor disponibilidad de glucosa por parte
del tumor (55,58).

¿Posibles efectos renales y hepáticos?
Las dietas bajas en carbohidratos no producen alteraciones renales (59,60,61,62) ni
hepáticas (59,60,61). Esto es debido a que se trata de un proceso al que estamos
fisiológicamente adaptados y que sólo podrá ser afectado por alteraciones o
enfermedades que hayan deteriorado previamente la correcta función hepática o
renal. Las personas que tengan una correcta función renal puedan tomar dietas altas
en proteínas debido a su inocuidad sobre el riñón normofuncionante (63,64).
¿Las dietas cetogénicas se asocian a acidosis metabólica?
Cetosis no es sinónimo de cetoacidosis, las dietas cetogénicas se asocian a cetosis
pero no a cetoacidosis (65) debido a que al tratarse de un proceso fisiológico,
únicamente hay una ligera acidosis metabólica compensada sin trastorno metabólico
asociado (66). La cetoacidosis se da en procesos patológicos como son la diabetes
mellitus y el ayuno prolongado (67), es decir, en situaciones en las que o no hay
insulina o ésta es inefectiva. Este proceso no se produce en las dietas cetogénicas
debido a que los aminoácidos que se ingieren y las hormonas gastrointestinales que se
liberan durante el proceso de ingestión, provocan la liberación de una cantidad de
insulina que es escasa pero necesaria para evitar la acumulación de grasa y suficiente
para evitar la aparición de situaciones patológicas derivadas de una ausencia total de
efecto insulínico, promoviéndose así la pérdida de grasa y la mejora de la sensibilidad
insulínica (67). Solo se ha dado un caso de cetoacidosis; lo reportaron Chen y col.
(68). Es la única situación de cetoacidosis reportada en la literatura científica
relacionada con el seguimiento de una dieta cetogénica y se dió en una persona con
obesidad mórbida y múltiples trastornos metabólicos. Es un caso entre miles pero en
las personas con obesidad mórbida sería conveniente que esta dieta fuera controlada
por un médico.

¿Las dietas cetogénicas son malas para nuestro sistema nervioso?


La dieta cetogénica ha sido pilar de la alimentación en muchos pueblos o tribus,
como los esquimales, ya que la cetosis se trata de una situación fisiológica (69,70).
Cuando una persona ingiere una dieta cetogénica o está en ayuno, el organismo es
capaz de adaptarse y pasar de un metabolismo glucolítico a uno lipolítico, en el que la
grasa pasa a ser la principal fuente energética. En este proceso de adaptación, incluso
las neuronas cerebrales, que son células que suelen obtener la energía en forma de
glucosa, son capaces de adaptarse y obtener de la grasa entre el 50 y 75% de la
energía necesaria, concretamente de los cuerpos cetónicos procedentes de la misma
(71), ya que el cerebro no puede consumir los ácidos grasos pero sí los cuerpos
cetónicos (72).
Las personas que siguen este tipo de dietas sólo acusan la falta de glucosa en el
periodo de adaptación que no suele prolongarse más de 48-72h, en el que suelen
mostrar irritabilidad, cansancio y sensación de hambre, ya que cuando su
metabolismo se vuelve lipolítico la sensación que experimentan suele ser de plenitud
energética y ausencia de hambre. La cetosis ha demostrado ser protectora del daño
cerebral producido por situaciones de hipoxia (73) y sustancias tóxicas como los
radicales libres MPP derivados de la meperidina (74), que producen una forma
neurológica de parkinsonismo (75). A esto podemos añadir la indudable efectividad y
buena tolerancia que tiene esta dieta en el tratamiento de la epilepsia infantil
(76,77,78,79,80,81,82,83), de los adolescentes (84) y muy probablemente de los
adultos (85). Incluso pudiera ser de utilidad en el tratamiento de la enfermedad de
Alzheimer y otros procesos neurodegenerativos debido a la capacidad que tienen los
cuerpos cetónicos para aumentar la eficiencia energética de la mitocondria y porque
estos suponen un combustible alternativo a la glucosa (86).

¿Las dietas cetogénicas son perjudiciales para el hueso?


Un inconveniente que se les ha atribuido a las dietas altas en proteínas es su posible
efecto negativo sobre el metabolismo del calcio y por lo tanto sobre la densidad ósea.
Sobre el tema hay estudios que afirman todo lo contrario: que el consumo de dietas
ricas en proteínas no afectan negativamente a la densidad ósea (87,88), que el
consumo de dietas bajas en proteínas tiene un impacto negativo sobre la densidad
mineral en personas ancianas (87) y que el incremento en la ingesta proteica animal
en ancianos a 1.55 g/kg/día tiene un efecto beneficioso sobre la masa ósea (89).
Además, no se ha establecido asociación entre el consumo de proteínas/fósforo y
deficiencia en la absorción del calcio (90) y se ha determinado que en dietas con un
muy alto consumo proteico el posible desequilibrio a favor del fósforo podría ser
corregido consumiendo 20 mg de calcio por gramo de proteína consumida (91). En
cualquier caso parece ser que en personas sin pérdida de masa ósea, se produce
adaptación a un amplio rango en la ingesta de calcio, de tal forma que la masa ósea se
mantiene mediante un equilibrio entre la formación ósea y la resorción (92).

¿Está contraindicada la práctica deportiva con las dietas cetogénicas?


El empleo de dietas cetogénicas no implica una limitación en la actividad física
normal de una persona, tanto sedentaria como deportista. Esto no quiere decir que en
aquellas personas obesas que se plantean perder peso, la mejor combinación sea la de
empezar una dieta cetogénica a la misma vez que se inician en la práctica deportiva.
En este caso sería mucho más prudente que la persona se habituara primero a dicha
dieta, para luego ir incrementando progresivamente la actividad deportiva en relación
a su peso, ya que como bien sabemos la actividad física es una herramienta útil para
disminuir la obesidad o sobrepeso (93).
Con respecto a deportistas de competición, se debería de considerar que tras la
adaptación metabólica, su rendimiento podría incluso incrementarse si se trata de
actividades deportivas predominantemente aeróbicas (en las que predomina el
metabolismo lipolítico), como el ciclismo, ya que el organismo está más adaptado
para utilizar la grasa como combustible (94); pero que en actividades de alto
componente anaeróbico (en las que el metabolismo es glucolítico), como el
levantamiento de pesas o las carreras de velocidad, el rendimiento se podría ver
reducido (95), aunque mínimamente y no en todos los casos.
¿El hecho de consumir una dieta cetogénica muy rica en proteínas irá asociado a
una ganancia importante de masa muscular?
Las dietas cetogénicas tienen un efecto anticatabólico (70) y cuando se realiza una
dieta cetogénica rica en proteínas, es frecuente observar en la práctica clínica con
personas que tenían un balance nitrogenado negativo con su dieta anterior, un ligero
aumento de peso como consecuencia del restablecimiento de los depósitos proteicos,
ya que son capaces de mejorar la composición corporal, reduciendo la grasa e
incrementando la masa muscular (70); el músculo pesa más que la grasa a igualdad
de volumen. A pesar de su efecto anticatabólico, carecen de un efecto anabólico en sí
mismas que vaya más allá de esta mejora en la composición corporal, debido a que en
la ganancia de masa muscular resulta crucial la insulina y la relación entre el
porcentaje calórico total y el procedente del consumo proteico, de tal forma que
cuando el porcentaje calórico de las proteínas ingeridas supera el umbral del 15-20%,
la proteína pierde su efecto anabólico (96).

¿Las dietas cetogénicas tienen un efecto oxidante o antioxidante?
Otro beneficio presente en las dietas cetogénicas, es su capacidad para aumentar el
poder antioxidante del organismo, debido a que los cuerpos cetónicos favorecen un
estado antioxidante en las mitocondrias, por activación de la glutatión peroxidasa,
con el consiguiente incremento en la síntesis de glutatión mitocondrial (97). Su
capacidad antioxidante les permite inhibir la formación de las temidas especies
reactivas del oxígeno (ROS) y la lipoperoxidación, teniendo como consecuencia final
una reducción en la muerte celular (98).

Un poco de historia

Antes de la aplicación de la insulina para el tratamiento de la diabetes en los años 20,
la terapia consistía en un cambio dietético para controlar la glucemia (99) y era muy
diferente a las recomendaciones actuales (alta en carbohidratos y baja en grasa) (100).
Por ejemplo, el Dr. Elliot Joslin, en 1923, formuló una dieta para diabéticos que
consistía en "carnes, pollo, pescado, sopas claras, gelatina, huevos, aceite de oliva,
mantequilla, café y té", conteniendo aproximadamente 5% de la energía a partir de
carbohidratos, 20% a partir de proteína y 75% a partir de la grasa (101). Por esa
misma época, Hugh Conklin descubrió que la epilepsia "resultaba por intoxicación
del cerebro con sustancias provenientes del intestino" y propuso una "cura" con el
ayuno, dándole solo agua a los pacientes por 20 días (102). Se descubrió que una
dieta alta en grasas, con suficiente proteína y muy baja en carbohidratos simulaba
este estado y se comenzó a utilizar con éxito (102). Desde entonces, se ha registrado
beneficios usando este tipo de dietas para el tratamiento de enfermedades como
Alzheimer (103), cáncer gástrico (104), cáncer cerebral (105, 106), inflamación y
dolor crónico (107), esquizofrenia (108), esclerosis lateral amiotrófica (109),
obesidad (110), diabetes mellitus tipo 2 (99), síndrome metabólico (aunque no es
propiamente una enfermedad) (111), hígado graso no alcohólico (112), entre otras.
La dieta cetogénica ha sido utilizada como tratamiento anticonvulsivo desde 1921.
Con la aparición de los fármacos antiepilépticos (FAE) su uso disminuyó; sin
embargo en los últimos 20 años ha vuelto a resurgir como tratamiento de la epilepsia
refractaria a medida que se demuestra mayor efectividad y conforme no se obtienen
los resultados esperados con los nuevos FAE.
La dieta cetogénica es una dieta ideada por el Dr. Wilder en 1921 (113).

Apéndice

Metanálisis y ensayos clínicos sobre las propiedades cardiosaludables de las dietas
bajas en carbohidratos (114,115,116,117).
Bibliografía sobre las rutas metabólicas (118,119,120,121,122,123).
Bibliografía complementaria sobre cetosis y cetoacidosis (124, 125, 126, 127, 128,
129, 130, 131, 132)
Bibliografía complementaria sobre dietas cetogénicas y protección neuronal (133,
134, 135, 136, 137, 138, 139,140,141, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150,
151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159).

REFERENCIAS

1. Balietti et al. Ketogenic diets: An historical antiepileptic therapy with
promising potentialities for the aging brain. Ageing Research Reviews 9 (2010)
273 - 279

2. Jean-Pierre Flatt,Ph.D., and George L. Blackburn, M.D., Ph.D. The metabolic
fuel regulatory system: implications for protein-sparing therapies during caloric
deprivation and disease. The American Journal of Clinical Nutrition 27: FEBRUARY
1974, pp. 175-187

3. BATES, M. W., H. A. KREBS AND D. H. WILLIAMSON. Turnover rates of
ketone bodies in normal, starved and alloxan-diabetic rats. Biochem. J. 110: 655,
1968.

4. Kathy Jaworski, Eszter Sarkadi-Nagy, Robin E. Duncan, Maryam Ahmadian and
Hei Sook Sul Regulation of Triglyceride Metabolism.IV. Hormonal regulation of
lipolysis in adipose tissue Am J Physiol Gastrointest Liver Physiol 293:1-4,
2007

5. CAHILL, G. F., JR. Physiology of insulin in man. Diabetes 20: 785, 1971.

6. KREBS, H. A., D. H. WILLIAMSON, M. W. BATES, M. A. PAGE AND R. A.
HAWKINS. The role of ketone bodies in caloric homeostasis. Advan. Enzym. Regul.
9: 387, 1971.

7. MULLER, W. A., G. R. FALOONA AND R. H. UNGER. The influence of the
antecedent diet upon glucagon and insulin secretion. New Engl. J. Med. 285:
1450, 1971.

8. Klein S, Wolfe RR. Carbohydrate restriction regulates the adaptive response
to fasting. Am J Physiol. 1992 May;262(5 Pt 1):E631-6.

9. Eric C Westman, Richard D Feinman, John C Mavropoulos, Mary C Vernon, Jeff
S Volek, James A Wortman, William S Yancy, and Stephen D Phinney.
Low-carbohydrate nutrition and metabolism. Am J Clin Nutr 2007;86:276 - 84.

10. A. J. Garber, P. H. Menzel, G. Boden, and O. E. Owen. Hepatic Ketogenesis
and Gluconeogenesis in Humans. The Journal of Clinical Investigation Volume 54
October 1974 981-989

11. Al-Zaid NS, Dashti HM, Mathew TC, Juggi JS. Low carbohydrate ketogenic diet
enhances cardiac tolerance to global ischaemia. Acta Cardiol. 2007; 62:381-9.
12. Parks EJ, Hellerstein MK. Carbohydrate-Induced Hypertriacylglycerolemia:
Historical Perspective and Review of Biological Mechanisms. Am J Clin Nutr. 2000;
71: 412-33.

13. Dashti HM, Bo-Abbas YY, Asfar SK, Mathew TC. Hussein T, Behbahani A, et al.
Ketogenic Diet Modifies the Risk Factors of Heart Disease in Obese Patients.
Nutrition. 2003; 19: 901- 02.

14. Volek JS, Gómez AL, Kraemer WJ. Fasting Lipoprotein and Postprandial
Triacylglycerol Responses to a Low-Carbohydrate Diet Supplemented With N-3
Fatty Acids. J Am Col Nutr. 2000; 19: 383-91.

15. Patsch JR, Miesenböck G, Hopferwieser T, Mühlberger V, Knapp E, Dunn JK, et
al. Relation of triglyceride metabolism and coronary artery disease: studies in the
postprandial state. Arterioscler Thromb. 1992; 12: 1336-45.

16. Austin MA, Hokanson JE, Edwards KL. Hypertriglyceridemia as a
Cardiovascular Risk Factor. Am J Cardiol. 1998; 81: 7B- 12B.

17. Hellerstein MK. Carbohydrate-induced hypertriglyceridemia: modifying factors
and implications for cardiovascular risk. Curr Opin Lipidol. 2002; 13: 33-40.

18. Hudgins LC, Hellerstein M, Seidman C, Neese R, Diakun J, Hirsch J. Human
fatty acid synthesis is stimulated by a eucaloric low fat, high carbohydrate diet.J Clin
Invest. 1996; 97: 2081- 91.

19. Hudgins LC. Effect of high-carbohydrate feeding on triglyceride and saturated
fatty acid synthesis. Proc Soc Exp Biol Med. 2000; 225: 178-83.

20. Yancy WS Jr, Olsen MK, Guyton JR, Bakst RP, Westman EC. A lowcarbohydrate,
ketogenic diet versus a low-fat diet to treat obesity and hyperlipidemia:
a randomized, controlled trial. Ann Intern Med. 2004; 140: 769-77.

21. Foster GD, Wyatt HR, Hill JO, McGuckin BG, Brill C, Mohammed BS, et al. A
Randomized trial of a lowcarbohydrate diet for obesity. N Engl J Med. 2003; 348:
2082- 90.

22. Austin MA, King MC, Vranizan KM, Krauss RM. Atherogenic lipoprotein
phenotype. A proposed genetic marker for coronary heart disease risk. Circulation.
1990; 82: 495-506.

23. Dreon DM, Fernstrom HA, Williams PT, Krauss RM. A Very- Low-Fat Diet is not
Associated With Improved Lipoprotein Profiles in Men With a Predominance of
Large, Low-Density Lipoproteins. Am J Clin Nutr. 1999; 69: 411-18.

24. Campos H, Dreon DM, Krauss RM. Associations of hepatic and lipoprotein lipase
activities with changes in dietary composition and low-density lipoprotein subclasses.
J Lipid Res. 1995; 36: 462-472.

25. Sharman MJ, Gomez AL, Kraemer WJ, Volek JS. Very lowcarbohydrate and lowfat
diets affect fasting lipids and postprandial lipemia differently in overweight men.
J Nutr. 2004; 134: 880-85.

26. Westman EC, Yancy WS Jr, Olsen MK, Dudley T, Guyton JR. Effect of a lowcarbohydrate,
ketogenic diet program compared to a low-fat diet on fasting
lipoprotein subclasses. Int J Cardiol. 2006; 110:212-16.

27. Dashti HM, Mathew TC, Khadada M, Al-Mousawi M, Talib H, Asfar SK, et al.
Beneficial effects of ketogenic diet in obese diabetic subjects. Mol Cell Biochem.
2007; 302:249-56.

28. Dashti HM, Al-Zaid NS, Mathew TC, Al-Mousawi M, Talib H, Asfar SK, et al.
Long term effects of ketogenic diet in obese subjects with high cholesterol level. Mol
Cell Biochem. 2006; 286:1-9.

29. Pérez-Guisado J, Muñoz Serrano A, Alonso-Moraga A. Spanish Ketogenic
Mediterranean diet: a healthy cardiovascular diet for weight loss. Nutr J. 2008; 7:30.

30. Sondike SB, Copperman N, Jacobson MS: Effects of a lowcarbohydrate diet on
weight loss and cardiovascular risk factors in overweight adolescents. J Pediatr. 2003;
42: 253-58.

31. Willi SM, Oexmann MJ, Wright NM, Collup NA, Key LL Jr. The effects of a
high-protein, low-fat, ketogenic diet on adolescents with morbid obesity: body
composition, blood chemistries and sleep abnormalities. Pediatrics. 1998;101:61-67.

32. Westman EC, Yancy WS, Edman JS, Tomlin KF, Perkins CE. Effect of 6-month
adherence to a very low carbohydrate diet program. Am J Med. 2002; 113: 30-36.

33. Brehm BJ, Daniels SR, D’Alessio DA. A Randomized Trial Comparing a Very
Low Carbohydrate Diet and a Calorie-Restricted Low Fat Diet on Body Weight and
Cardiovascular Risk Factors in Healthy Women. J Clin Endocrinol Metab. 2003; 88:
1617-23.

34. Stern L, Iqbal N, Seshadri P, Chicano KL, Daily DA, McGrory J, et al. The
effects of low-carbohydrate versus conventional weight loss diets in severely obese
adults: One-year follow-up of a randomized trial. Ann Intern Med. 2004; 140:778-85.

35. Nobels F, van Gaal L, de Leeuw I. Weight Reduction With a High Protein, Low
Carbohydrate, Caloric Restricted Diet: Effects on Blood Pressure, Glucose and
Insulin Levels. The Netherlands Journal of Medicine. 1989; 35: 295-302.

36. Kopp W. Pathogenesis and etiology of essential hypertension: role of dietary
carbohydrate. Med Hypotheses. 2005; 64:782- 87.

37. Lucas CP, Estigarribia JA, Darga LL, Reaven GM. Insulin and Blood Pressure in
Obesity. Hypertension. 1985; 7: 702-06.

38. Muscelli E, Natali A, Bianchi S, Bigazzi R, Galvan AQ, Sironi AM, et al. Effect
of insulin on renal sodium and uric acid handling in essential hypertension. Am J
Hypertens. 1996; 9: 746-52.

39. Rocchini AP. Proceedings of the Council for High Blood Pressure Research,
1990: Insulin Resistance and Blood Pressure Regulation in Obese and Nonobese
Subjects: Special Lecture. Hypertension. 1991; 17: 837-42.

40. Stamler J, Elliott P, Kesteloot H, Nichols R, Claeys G, Dyer AR, et al . Inverse
relation of dietary protein markers with blood pressure. Findings for 10,020 men and
women in the INTERSALT Study. INTERSALT Cooperative Research Group.
International study of SALT and blood pressure. Circulation. 1996, 94: 1629-34.

41. Liu L, Ikeda K, Yamori Y, WHO-CARDIAC Study Group. Inverse Relationship
Between Urinary Markers of Animal Protein Intake and Blood Pressure in Chinese:
Results from the WHO Cardiovascular Diseases and Alimentary Comparison
(CARDIAC) Study. Int J Epidemiol. 2002; 31: 227-33.

42. Lehninger AL. Principios de Bioquímica. Barcelona, España: Ediciones Omega;
1991: 531-557.

43. Okere IC, Young ME, McElfresh TA, Chess DJ, Sharov VG, Sabbah HN, Hoit
BD, Ernsberger P, Chandler MP, Stanley WC. Low carbohydrate/high-fat diet
attenuates cardiac hypertrophy, remodeling, and altered gene expression in
hypertension. Hypertension. 2006; 48:1116-23.

44. Gannon MC, Nuttall FQ. Effect of a high-protein, lowcarbohydrate diet on blood
glucose control in people with type 2 diabetes. Diabetes. 2004; 53: 2375-82.

45. Boden G, Sargrad K, Homko C, Mozzoli M, Stein TP, et al. Effect of a lowcarbohydrate
diet on appetite, blood glucose levels, and insulin resistance in obese
patients with type 2 diabetes. Ann Intern Med. 2005; 142: 403-11.

46. Nuttall FQ, Gannon MC. The metabolic response to a highprotein, lowcarbohydrate
diet in men with type 2 diabetes mellitus. Metabolism. 2006; 55:243-51.
47. Volek JS, Sharman MJ, Gomez AL. Comparison of a Very Low- Carbohydrate
and Low-Fat Diet on Fasting Lipids, LDL Subclasses, Insulin Resistance, and
Postprandial Lipemic Responses in Overweight Women. J Am Coll Nutr. 2004; 23:
177-84.

48. Bisschop PH, de Metz J, Ackermans MT, Endert E, Pijl H, Kuipers F, et al.
Dietary fat content alters insulin-mediated glucose metabolism in healthy men. Am J
Clin Nutr. 2001; 73: 554-59.

49. Yancy WS, Foy M, Chalecki AM, Vernon MC, Westman EC. A low-carbohydrate,
ketogenic diet to treat type 2 diabetes. Nutr Metab. 2005; 2:34.

50. Westman EC, Yancy WS, Hepburn J, Mavropoulos J. A Pilot Study of a Low-
Carbohydrate, Ketogenic Diet for Obesity- Related Polycystic Ovary Syndrome. J
Gen Intern Med. 2004; 19(1S):111.

51. Mavropoulos JC, Yancy WS, Hepburn J, Westman EC. The effects of a lowcarbohydrate,
ketogenic diet on the polycystic ovary syndrome: A pilot study. Nutr
Metab. 2005; 2:35.

52. Major CA, Henry MJ, De Veciana M, Morgan MA. The effects of carbohydrate
restriction in patients with diet-controlled gestational diabetes. Obstet Gynecol.
1998;9:600-04.

53. Pérez-Guisado J. Carbohydrates, glucose metabolism and cancer. Endocrinol
Nutr.2006;.53:.252-55.Disponible:
http:// external.doyma.es/pdf/12/12v53n04a13086356pdf001.pdf

54. Nebeling LC, Lerner E. Implementing a ketogenic diet based on medium-chain
triglyceride oil in pediatric patients with cancer. J Am Diet Assoc. 1995; 95: 693-97.

55. Nebeling LC, Miraldi F, Shurin SB, Lerner E. Effects of a ketogenic diet on
tumor metabolism and nutritional status in pediatric oncology patients: two case
reports. J Am Coll Nutr. 1995; 14: 202-08.

56. Beck SA, Tisdale MJ. Nitrogen excretion in cancer cachexia and its modification
by a high fat diet in mice. Cancer Res. 1989; 49: 3800-04.

57. Mozaffarian D, Rimm EB, Herrington DM. Dietary fats, carbohydrate, and
progression of coronary atherosclerosis in postmenopausal women. Am J Clin Nutr.
2004; 80: 1175-84.

58. Zhou W, Mukherjee P, Kiebish MA, Markis WT, Mantis JG, Seyfried TN. The
calorically restricted ketogenic diet, an effective alternative therapy for malignant
brain cancer. Nutr Metab. 2007;4:5.

59. Sondike SB, Copperman NM, Jacobson MS. Low Carbohydrate Dieting Increases
Weight Loss but not Cardiovascular Risk in Obese Adolescents: A Randomized
Controlled Trial. J Adolesc Health. 2000; 26: 91

60. Phinney SD, Bistrian BR, Wolfe RR, Blackburn GL. The Human Metabolic
Response to Chronic Ketosis Without Caloric Restriction: Physical and Biochemical
Adaptation. Metabolism. 1983; 32: 757-68.

61. Fagan TC, Oexmann MJ. Effects of High Protein, High Carbohydrate, and High
Fat Diets on Laboratory Parameters. J Am Coll Nutr. 1987; 6: 333-43.

62. Martin WF, Armstrong LE, Rodriguez NR. Dietary Protein Intake and Renal
Function. Nutr Metab. 2005; 2:25.

63. Skov AR, Toubro S, Bulow J, Krabbe K, Parving HH, Astrup A. Changes in
Renal Function During Weight Loss Induced by High vs Low-Protein Low-Fat Diets
in Overweight Subjects. Int J Obes. 1999; 23: 1170-77.

64. Knight EL, Stampfer MJ, Hankinson SE, Spiegelman D, Curhanet GC. The
Impact of Protein Intake on Renal Function Decline in Women with Normal Renal
Function or Mild Renal Insufficiency. Ann Intern Med. 2003; 138: 460-67.

65. Mukherjee P, El Abbadi MM, Kasperzyk JL, Ranes MK, Seyfried TN. Dietary
restriction reduces angiogenesis and growth in an orthotopic mouse brain tumour
model. Br J Cancer. 2002; 86: 1615-21.

66. Yancy WS Jr, Olsen MK, Dudley T, Westman EC. Acid-base analysis of
individuals following two weight loss diets. Eur J Clin Nutr. 2007; 61:1416-22.

67. Guyton AC, Hall JE. Fisiología Médica. 9th ed. Madrid, España: Interamericana
McGraw-Hill; 1996: 927-952, 1063-1077.

68. Chen TY, Smith W, Rosenstock JL, Lessnau KD. A lifethreatening complication
of Atkins diet. Lancet. 2006; 367: 958.

69. Pérez-Guisado J. Arguments in favor of ketogenic diets. Internet journal of
nutrition and wellness, 2007; 4:2.

70. Pérez-Guisado J. Ketogenic diets and weight loss: basis and effectiveness. Arch
Latinoam Nutr. 2008, 58:126-31.

71. Owen OE, Morgan AP, Kemp HG, Sullivan JM, Herrera MG, Cahill GF Jr, et al.
Metabolism During Fasting. J Clin Invest. 1967; 46: 1589-95.

72. Albero R, Sanz A, Playán J. Metabolismo en el ayuno. Endocrinol Nutr
2004;51:139-48

73. Dardzinski BJ, Smith SL, Towfighi J, Williams GD, Vannucci RC, Smith MB.
Increased plasma beta-hydroxybutyrate, preserved cerebral energy metabolism, and
amelioration of brain damage during neonatal hypoxia ischemia with dexamethasone
pretreatment. Pediatr Res. 2000; 48: 248-55.

74. Kashiwaya Y, Takeshima T, Mori N, Nakashima K, Clarke K, Veech RL . [* | En
línea.WMF beta-hydroxybutyrate protects neurons in models of Alzheimer’s and
Parkinson’s disease. Proc Natl Acad Sci USA. 2000; 97: 5440–44.

75. Langston JW, Langston EB, Irwin I. MPTP-induced parkinsonism in human and
non-human primates-clinical and experimental aspects. Acta Neurol Scand. 1984,
100: 49-54.

76. Kang HC, Kim JY, Kim DW, Kim HD. Efficacy and safety of the ketogenic diet
for intractable childhood epilepsy: Korean multicentric experience. Epilepsia. 2005;
46:272-79.

77. Kossoff EH, McGrogan JR, Bluml RM, Pillas DJ, Rubenstein JE, Vining EP . A
modified Atkins diet is effective for the treatment of intractable pediatric epilepsy.
Epilepsia. 2006; 47:421-24.

78. Freeman JM, Vining EP, Pillas DJ, Pyzik PL, Casey JC, Kelly LM. The Efficacy
of the Ketogenic Diet. A Prospective Evaluation of Intervention in 150 Children.
Pediatrics. 1998; 102: 1358-63.

79. Freeman JM. What every pediatrician should know about the ketogenic diet.
Contemporary Pediatrics. 2003; 20:113-27.

80. Vining EPG, Freeman JM. A multi-center study of the efficacy of the ketogenic
diet. Archives of Neurology. 1998; 55:1433- 37.

81. Kossoff EH, Krauss GL, McGrogan JR, Freeman JM. Efficacy of the Atkins diet
as therapy for intractable epilepsy. Neurology. 2003; 61: 1789-91.

82. Kossoff EH. More fat and fewer seizures: dietary therapy for epilepsy. Lancet
Neurol. 2004; 3: 415-20.

83. Bergqvist AG, Schall JI, Gallagher PR, Cnaan A, Stallings VA. Fasting versus
gradual initiation of the ketogenic diet: a prospective, randomized clinical trial of
efficacy. Epilepsia. 2005; 46: 1810–19.

84. Mady MA, Kossoff EH, McGregor AL, Wheless JW, Pyzik PL, Freeman JM. The
Ketogenic Diet: adolescents can do it, too. Epilepsia. 2003; 44: 847–51.

85. Sirven J, Whedon B, Caplan D. The ketogenic diet for intractable epilepsy in
adults: preliminary results. Epilepsia. 1999; 40: 1721–26.

86. Henderson ST.Ketone bodies as a therapeutic for Alzheimer’s disease.
Neurotherapeutics. 2008 Jul;5(3):470-80.

87. Hannan MT, Tucker KL, Dawson-Hughes B, Cupples LA, Felson DT, Kiel DP.
Effect of Dietary Protein on Bone Loss in Elderly Men and Women: The Framingham
Osteoporosis Study. J Bone Miner Res. 2000; 15: 2504-12.

88. Kerstetter JE, O’Brien KO, Caseria DM, Wall DE, Insogna KL. The Impact of
Dietary Protein on Calcium Absorption and Kinetic Measures of Bone Turnover in
Women. J Clin Endocrinol Metab. 2005; 90: 26-31.

89. Dawson-Hughes B, Harris SS, Rasmussen H, Song L, Dallal GE. Effect of
Dietary Protein Supplements on Calcium Excretion in Healthy Older Men and
Women. J Clin Endocrinol Metab. 2004; 89: 1169-73.

90. Heaney RP . Dietary Protein and Phosphorous Do not Affect Calcium Absorption.
Am J Clin Nutr. 2000; 72: 758-61.

91. Heaney, RP . Excess Dietary Protein May not Adversely Affect Bone. J Nutr.
1998, 128: 1054-57.

92. Ponce GM, Fajardo MA, Zeni SN, de Portela ML. Ingesta de calcio y proteínas:
relación con marcadores bioquímicos óseos en mujeres pre y posmenopáusicas de
Comodoro Rivadavia (Argentina). Arch Latinoamer Nutr. 2006; 56: 237-243.

93. Caballero C, Hernández B, Moreno H, Hernández-Girón C,Campero L, Cruz A,
et al. Obesidad, actividad e inactividadfísica en adolescentes de Morelos, México: un
estudio longitudinal. Arch Lat Nutr 2007, 57: 10-17.

94. Lambert EV, Speechly DP, Dennis SC, Noakes TD. Enhanced Endurance in
Trained Cyclists During Moderate Intensity Exercise Following 2 Weeks Adaptation
to a High Fat Diet. Eur J Appl Physiol Occup Physiol. 1994; 69: 287-93.

95. Phinney SD. Ketogenic diets and physical performance. Nutr Metabol. 2004; 1:1-
7.

96. Pérez-Guisado J. C Athletic performance: muscle glycogen and protein intake.
Apunts Medicina de l’Esport. 2008; 43:159. Disponible: http://www.apunts.org/cgibin/
wdbcgi.exe/apunts/mrevista.resumen?pident=13126396

97. Jarrett SG, Milder JB, Liang LP, Patel M. The ketogenic diet increases
mitochondrial glutathione levels. J Neurochem. 2008; 106:1044-51.

98. Haces ML, Hernández-Fonseca K, Medina-Campos ON, Montiel T, Pedraza-
Chaverri J, Massieu L. Antioxidant capacity contributes to protection of ketone
bodies against oxidative damage induced during hypoglycemic conditions. Exp
Neurol. 2008; 211:85-96.

99. William S Yancy Jr, Marjorie Foy, Allison M Chalecki, Mary C Vernon and Eric
C Westman. A low-carbohydrate, ketogenic diet to treat type 2 diabetes.
Nutrition & Metabolism 2005, 2:34

100. Klein S, Sheard NF, Pi-Sunyer S, Daly A, Wylie-Rosett J, Kulkarni K, Clark
NG: Weight management through lifestyle modification for the prevention and
management of type 2 diabetes: rationale and strategies. A statement of the
American Diabetes Association, the North American Association for the Study of
Obesity, and the American Society for Clinical Nutrition. Am J Clin Nutr 2004,
80:257-263.

101. Osler W, McCrae T: The Principles and Practice of Medicine. New York,
Appleton and Co.; 1923.

102. Freeman, J.M., Kelly, M.T., Freeman, J.B., 2002. The Ketogenic Diet: A
Treatment for Epilepsy, 3rd ed. Demos Medical Publishers, New York.
103. Richard D Feinman When is a high fat diet not a high fat diet? Nutrition &
Metabolism 2005, 2:27

104. Christoph Otto, Ulrike Kaemmerer, Bertram Illert, Bettina Muehling, Nadja
Pfetzer, Rainer Wittig, Hans Ullrich Voelker, Arnulf Thiede and Johannes F
Coy.Growth of human gastric cancer cells in nude mice is delayed by a ketogenic
diet supplemented with omega-3 fatty acids and medium-chain triglycerides. BMC
Cancer 2008, 8:122

105. Seyfried et al. Targeting energy metabolism in brain cancer through calorie
restriction and the ketogenic diet. J Can Res Ther- Supplement 1 2009- volume 5
106. Weihua Zhou, Purna Mukherjee, Michael A Kiebish, William T Markis, John G
Mantis and Thomas N Seyfried The calorically restricted ketogenic diet, an
effective alternative therapy for malignant brain cancer Nutrition & Metabolism
2007, 4:5

107. David N. Ruskin, Masahito Kawamura, Jr., Susan A. Masino. Reduced Pain and
Inflammation in Juvenile and Adult Rats Fed a Ketogenic Diet PLoS ONE 4(12):
e8349

108. Bryan D Kraft and Eric C Westman. Schizophrenia, gluten, and
low-carbohydrate, ketogenic diets: a
case report and review of the literature Nutrition & Metabolism 2009, 6:10

109. Zhong Zhao, Dale J Lange, Andrei Voustianiouk, Donal MacGrogan, Lap Ho,
Jason Suh, Nelson Humala, Meenakshisundaram Thiyagarajan, Jun Wang and Giulio
M Pasinetti. A ketogenic diet as a potential novel therapeutic intervention in
amyotrophic lateral sclerosis. BMC Neuroscience 2006, 7:29

110. Frederick F. Samaha, M.D., Nayyar Iqbal, M.D., Prakash Seshadri, M.D.,
Kathryn L. Chicano, C.R.N.P., Denise A. Daily, R.D., Joyce McGrory, C.R.N.P.,
Terrence Williams, B.S., Monica Williams, B.S., Edward J. Gracely, Ph.D., and
Linda Stern, M.D.A Low-Carbohydrate as Compared with a Low-Fat Diet in Severe
Obesity n engl j med 348;21. 2003

111. Jeff S Volek and Richard D Feinman. Carbohydrate restriction improves the
features of Metabolic Syndrome. Metabolic Syndrome may be defined by the
response to carbohydrate restriction. Nutrition & Metabolism 2005, 2:31

112. David Tendler, Sauyu Lin, William S. Yancy Jr., John Mavropoulos, Pam
Sylvestre, Don C. Rockey, Eric C.Westman. The Effect of a Low-Carbohydrate,
Ketogenic Diet on Nonalcoholic Fatty Liver Disease: A Pilot Study. Dig Dis Sci
(2007) 52:589 - 593

113. Wilder RM. 1921. The effect of ketonemia on the course of epilepsy. Mayo
Clinic Proceedings 2: 307-308.

114. www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22905670

115. www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23035144

116. www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23522432

117. www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23651522

118. Chakravarthy, M. V.,& Booth, F. W. (2004). Eating, exercise, and “thrifty”
genotypes: connecting the dots toward an evolutionary understanding of modern
chronic diseases. Journal of Applied Physiology (Bethesda, Md : 1985), 96(1), 3–10.

119. Peters A. The selfish brain: competition for energy resources. Neuroscience and
Biobehavioral Reviews 28 (2004).

120. Peters A. Causes of obesity: Looking beyond the hypothalamus. Progress in
Neurobiology 81 (2007) 61–88

121. Smith, D,. Lactate: a preferred fuel for human brain metabolism in vivo. J.
Cereb. Blood Flow Metab. 23, 658–664. 2003.

122. McEwen, B.S., Reagan, L.P., 2004. Glucose transporter expression in the central
nervous system: relationship to synaptic function. Eur. J. Pharmacol.490, 13–24.

123. D. Grahame Hardie and Kei Sakamoto. AMPK: A Key Sensor of Fuel and
Energy Status in Skeletal Muscle. Physiology 21:48-60, 2006.

124. Laffel L. Ketone bodies: a review of physiology, pathophysiology and
application of monitoring to diabetes. Diabetes Metab Res Rev 1999;15:412-26.

125. Robinson AM, Williamson DH. Physiological roles of ketone bodies as
substrates and signals in mammalian tissues. Physiol Rev 1980;60:143-86.

126. Veech RL, Chance B, Kashiwaya Y, Lardy HA, Cahill GF Jr. Ketone bodies,
potential therapeutic uses. IUBMB Life 2001;51:241-7.

127. Cahill GF Jr. Starvation in man. New Eng J Med 1970;282:668-75.

128. Cahill and Veech. Ketoacids? Good Medicine? Transactions of the american
clinical and climatological association, Vol. 114, 2003

129. Guillermo E. Umpierrez, Mary Beth Murphy and Abbas E. Kitabchi. Diabetic
Ketoacidosis and Hyperglycemic Hyperosmolar Syndrome. Diabetes Spectrum
Volume 15, Number 1, 2002.

130. Gerich JE, Lorenzi M, Bier DM, Tsalikian E, Schneider V, Karam JH, Forsham
PH: Effects of physiologic levels of glucagon and growth hormone on human
carbohydrate and lipid metabolism: studies involving administration of exogenous
hormone during suppression of endogenous hormone secretion with somatostatin. J
Clin Invest 57:875 - 884, 1976.

131. McGarry JD: Regulation of ketogenesis and the renaissance of carnitine
palmitoyltransferase. Diabetes Metab Rev 5:271 - 284, 1989.

132. Brian J. Welch, MD and Ivana Zib, MD. Case Study: Diabetic Ketoacidosis in
Type 2 Diabetes: "Look Under the Sheets". Volume 22, Number 4, 2004 - CLINICAL
DIABETES.

133. Marta Balietti, Tiziana Casolia, Giuseppina Di Stefanoa, Belinda Giorgettia,
Giorgio Aicardic, Patrizia Fattoretti. Ketogenic diets: An historical antiepileptic
therapy with promising potentialities for the aging brain. Ageing Research Reviews 9
(2010) 273 - 279.

134. Rho, J.M., Anderson, G.D., Donevan, S.D., White, H.S., 2002. Acetoacetate,
acetone, and dibenzylamine (a contaminant in l-(+)- -hydroxybutyrate) exhibit direct
anticonvulsant actions in vivo. Epilepsia 43, 358 - 361.

135. Likhodii, S., Nylen, K., Burnham, W.M., 2008. Acetone as an anticonvulsant.
Epilepsia 49 (Suppl. 8), 83 - 86.

136. Yudkoff, M., Daikhin, Y., Horyn, O., Nissim, I., Nissim, I., 2008. Ketosis and
brain handling of glutamate, glutamine, and GABA. Epilepsia 49 (Suppl. 8), 73 - 75.

137. Bough, K.J., Rho, J.M., 2007. Anticonvulsant mechanisms of the ketogenic diet.
Epilepsia 48, 43 - 58.

138. Greene, A.E., Todorova, M.T., McGowan, R., Seyfried, T.N., 2001. Caloric
restriction inhibits seizure susceptibility in epileptic EL mice by reducing blood
glucose. Epilepsia 42, 1371 - 1378.

139. John Freeman, Pierangelo Veggiotti, Giovanni Lanzi, Anna Tagliabue, Emilio
Perucca. The ketogenic diet: From molecular mechanisms to clinical effects Epilepsy
Research 68 (2006) 145 - 180.

140. Hu, Z.G., Wang, H.D., Jin, W., Yin, H.X., 2009. Ketogenic diet reduces
cytochrome c release and cellular apoptosis following traumatic brain injury in
juvenile rats. Ann. Clin. Lab. Sci. 39, 76 - 83.

141. Appelberg, K.S., Houda, D.A., Prins, M.L., 2009. The effects of a ketogenic diet
on behavioral outcome after controlled cortical impact injury in the juvenile and adult
controlled cortical impact injury in the juvenile and adult rat. J. Neurotrauma 26, 497
- 506.

142. Masuda, R., Monahan, J.W., Kashiwaya, Y., 2005. D-beta-hydroxybutyrate is
neuroprotective against hypoxia in serum-free hippocampal primary cultures. J.
Neurosci. Res. 80, 501 - 509.

143. Puchowicz, M.A., Zechel, J.L., Valerio, J., Emancipator, D.S., Xu, K., Pundik,
S., LaManna, J.C., Lust, W.D., 2008. Neuroprotection in diet-induced ketogenic rat
brain after focal ischemia. J. Cereb. Blood Flow Metab. 28, 1007 - 1916.

144. Tai, K.K., Nguyen, N., Pham, L., Truong, D.D., 2008. Ketogenic diet prevents
cardiac arrest-induced cerebral ischemic neurodegeneration. J. Neural. Transm. 115,
1011 - 1017.

145. Kashiwaya, Y., Takeshima, T., Mori, N., Nakashima, K., Clarke, K., Veech, R.L.,
2000. d-beta-hydroxybutyrate protects neurons in models of Alzheimer's and
Parkinson's disease. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 97, 5440 - 5544.

146. Imamura, K., Takeshima, T., Kashiwaya, Y., Nakaso, K., Nakashima, K., 2006. d
betahydroxybutyrate protects dopaminergic SH-SY5Y cells in rotenone model of
Parkinson's disease. J. Neurosci. Res. 84, 1376 - 1384.

147. VanItallie, T.B., Nonas, C., Di Rocco, A., Boyar, K., Hyams, K., Heymsfield,
S.B., 2005. Treatment of Parkinson disease with diet-induced hyperketonemia: a
feasibility study. Neurology 64, 728 - 730.

148. Tieu, K., Perier, C., Caspersen, C., Teismann, P., Wu, D.C., Yan, S.D., Naini, A.,
Vila, M., Jackson-Lewis, V., Ramasamy, R., Przedborski, S., 2003. D-betahydroxybutyrate
rescues mitochondrial respiration and mitigates features of
Parkinson disease. J. Clin. Invest. 112, 892 - 901. Toescu, E.C., Myronova, N.,
Verkhratsky.

149. Samuel T Henderson, Janet L Vogel, Linda J Barr, Fiona Garvin, Julie J Jones
and Lauren C Costantini. Study of the ketogenic agent AC-1202 in mild to moderate
Alzheimer's disease: a randomized, double-blind, placebo-controlled, multicenter
trial. Nutrition & Metabolism 2009, 6:31.

150. Zhao, Z., Lange, D.J., Voustianiouk, A., MacGrogan, D., Ho, L., Suh, J.,
Humala, N., Thiyagarajan, M., Wang, J., Pasinetti, G.M., 2006. A ketogenic diet as a
potential novel therapeutic intervention in amyotrophic lateral sclerosis. B.M.C.
Neurosci. 7, 29.

151. Sullivan, P.G., Rippy, N.A., Dorenbos, K., Concepcion, R.C., Agarwal, A.K.,
Rho, J.M., 2004. The ketogenic diet increases mitochondrial uncoupling protein
levels and activity. Ann. Neurol. 55, 576 - 580.

152. Jarrett, S.G., Milder, J.B., Liang, L.P., Patel, M., 2008. The ketogenic diet
increases mitochondrial glutathione levels. J. Neurochem. 106, 1044 - 1051.

153. Maalouf, M., Sullivan, P.G., Davis, L., Kim, D.Y., Rho, J.M., 2007. Ketones
inhibit mitochondrial production of reactive oxygen species following glutamate
excitotoxicity by increasing NADH oxidation. Neuroscience 145, 256 - 264.

154. Veech, R.L., Chance, B., Kashiwaya, Y., Lardy, H.A., Cahill jr., G.F., 2001.
Ketone bodies, potential therapeutic uses. IUBMB Life 51, 241 - 247.

155. Mark P. Mattson, Wenzhen Duan and Zhihong Guo Meal size and frequency
affect neuronal plasticity and vulnerability to disease: cellular and molecular
mechanisms Journal of Neurochemistry, 2003, 84, 417 - 431.

156. Mattson M. P.Apoptosis in neurodegenerative disorders. Nature Rev. Mol. Cell
Biol. 2000 1, 120 - 129.

157. Guo Z., Ersoz A., Butterfield D. A. and Mattson M. P. Beneficial effects of
dietary restriction on cerebral cortical synaptic terminals: preservation of glucose
transport and mitochondrial function after exposure to amyloid b-peptide and
oxidative and metabolic insults. J. Neurochem. 2000 75, 314 - 320.

158. Mattson M. P., Keller J. N. and Begley J. G. (1998) Evidence for synaptic
apoptosis. Exp. Neurol. 153, 35 - 48.

159. Guo Z. H. and Mattson M. P. (1999) Neurotrophic factors protect synaptic
terminals against amyloid- and oxidative stress-induced impairment of glucose
transport, glutamate transport and mitochondrial function. Cereb. Cortex 10, 50 - 57.

No hay comentarios:

Publicar un comentario