Ya hace tiempo que no escribía en el blog, pero cuando
saltan polémicas y cosas que contar siempre se saca un rato. Ya sabéis…hace más
el que quiere que el que puede. Y hoy quería.
Empezaremos por la iniciativa sinazúcar.org, que lidera un
compañero fotógrafo, concretamente Antonio Estrada. Realmente ha sido todo un
boom, y un shock para algunos. Yo creo que el interés por el azúcar escondido
venía de lejos. Recuerdo perfectamente una publicación de mi colega Lucía
Redondo en el que hacía un trabajo de clase mostrando en bolsitas, el azúcar
que contenían ciertos alimentos, en su mayor parte líquidos, y realmente fue
tan impactante, que en aquellos tiempos se compartió más de 1000 veces. Pues si
hacemos esto de una manera profesional, lógicamente el impactó podrá ser aún mayor,
y eso es lo que ha pasado, que sinazúcar.org ha crecido como la espuma, y ha
generado un montón de fans, pero también unos cuantos haters.
Podrás estar de acuerdo o no en la forma de trabajo de
Antonio, podrás pensar que no se debería contar el azúcar naturalmente presente
en algunos productos, aunque estos se encuentren en forma de “azúcares libres”
pero no sean añadidos, o por el contrario creer que hay que ser realista y
contar todos los azúcares que presenta el alimento, sean propios o extraños
(añadidos).
Pero lo que está claro es que sinzazúcar.org ha servido para
que el gran público se diese cuenta de una cosa: los alimentos procesados, en
general, tienen mucha azúcar. Luego podremos debatir en la conveniencia de que
se hayan analizado unos productos (alimentos) u otros, que no engañamos a nadie
diciendo que polémicas ha habido, y seguramente las seguirá habiendo, porque la
nutrición…la nutrición, es casi una religión para muchos, y cuando te tocan la “ideología”
duele, a mí el primero.
Reincidir en la importancia de la iniciativa que como era
normal ha chocado contra el grande, el todopoderoso…la GRAN INDUSTRIA
ALIMENTARIA. Lógicamente la gran industria lucha por vender, y estas
iniciativas no le ayudan a alcanzar sus objetivos, así que como son poderosos…o
haces lo que yo quiero o denuncia al canto.
Sinceramente yo obraría con total trasparencia, como creo
que está haciendo Antonio, y haría públicas
todas las amenazas de la Industria, pero no me complicaría la vida. A mi no me
gusta ir a un juicio, incluso si tengo razón. Y no sigo…que a buen entendedor…
Independientemente de sumarme a la iniciativa, me gustaría analizar
algunos de los posibles problemas que a mi entender podría tener:
1-
Culpabilizamos a las grasas de todos los males…¿serán
los alimentos con azúcares (sean estos libres, simples, complejos, celulares,
acelulares, altos en índice glucémico, bajos en índice glucémico) los nuevos
villanos de la nutrición?
2-
¿Le daremos argumentos a los fanáticos low carb
para satanizar a alimentos que como contienen azúcares deben ser lo peor de lo
peor?
3-
La industria se adaptará a las demandas del
consumidor, pero ¿habrá algún beneficio en la salud pública si los alimentos
pasan de tener azúcar a otros edulcorantes con o sin calorías?¿Ayudarán a
evitar la obesidad las galletas sin azúcares añadidos, los bollycaos o el resto
de alimentos procesados con ZERO azúcares?
Sinceramente esto se nos puede ir
de las manos, y hemos de ser muy cuidadosos. Porque seguramente el azúcar no
sería un problema si no estuviera acompañado de las grasas, la sal, los
almidones refinados y el resto de aditivos que componen un alimento
hiperprocesado y que lo hacen a la misma vez hiperpalatable, y tan atrayente al
consumidor que no puede resistirse a ellos.
¿Por qué? La respuesta la da Guyenet
en su nuevo libro todavía sin publicar llamado The Hungry Brain. Allí Guyenet
escribe: “El cerebro humano evolucionó durante más de quinientos millones de
años como un órgano procesador de información que lleva a cuestas nuestras
necesidades de supervivencia. Es una pieza increíblemente compleja de
maquinaria biológica, pero podemos conceptualizar algunas de sus funciones de
manera simple. En su libro Fascinating Thinking, Fast and Slow, el investigador
de psicología Daniel Kahneman divide el pensamiento del cerebro en dos dominios
que llama sistema 1 y sistema 2. En el sistema 1, el procesado es rápido, sin
esfuerzo, intuitivo e inconsciente. Él decide si ese pastel que está detrás del
mostrador tiene una apariencia y un olor suficientemente tentador como para comprarlo. Los procesos
del Sistema 2 son lentos, esforzados, racionales y conscientes. El decide si la salud potencial y las consecuencias que tendrá el consumo del pastel en
nuestro peso valen la pena, y podrá anular el impulso para comprarlo, o por el
contrario no hacerlo. Como ilustra este ejemplo, estos dos sistemas pueden
albergar objetivos que compiten dentro del mismo cerebro. Pero el sistema 1,
sostiene Kahneman, es el más influyente de los dos en nuestra vida cotidiana”.
Y ante los productos hiperprocesados
e hiperpalatables, también llamados alimentos de diseño, surgió hace años el “whole
food” y ahora vivimos en los tiempos del “real food”, quizás también porque la
corriente Paleo, que viene pisando fuerte, ha adoptado este concepto como
propio. En el post de hoy también hablaré sobre paleo.
No dudo de la importancia que ha
tenido la sobreabundancia, la hipervariedad, la hiperdisponibilidad de estos
nuevos productos alimentarios procesados en la pandemia de obesidad y epidemia
de diabetes que se está dando a nivel mundial. Y creo que aunque es cierto que
la obesidad envuelve una multitud de factores, volver a la comida de siempre,
esa comida que no estimula el sistema de recompensa como lo hacen los productos
procesados, que no es hiperpalatable y que es mucho más simple, podría ser el
camino para revertir en cierta manera los problemas asociados a la sobreingesta
energética, que no son pocos y ponen en riesgo el futuro de nuestra sociedad.
Pero el “real food” y/o la corriente
paleo tiene sus peligros. ¿Cuáles son estos?
Una de las cosas que nos hace
comer más es la variedad. En general a más variedad de sabores y de productos, más
comemos. Pongamos un ejemplo que me ha sucedido hoy mismo. Muchas veces cuando
como arroz a banda (la mayoría) ni siquiera puedo acabarme mi ración, y dejo lo
que me sobra para cenar. Pero hoy he decidido añadir a mi ración un huevo batido
(de gallinas de corral sin número alguno identificativo) y queso de oveja de
leche cruda. Se deja gratinar unos minutos y listo. Y qué curioso, que aun
añadiendo unas 250 kcal extra al plato, me lo he acabado sin ningún problema, como
no hacía en la mayoría de las veces. Y estaba bastante, bastante bueno, tanto
que seguramente si hubiera habido más plato, hubiera seguido comiendo.
Y sí, la comida real también puede
llegar a ser muy palatable, y se puede abusar de ella, igual que se hace de los
alimentos procesados. Me molan los frutos secos, me molan las frutas, me molan las grasas saludables, me mola el cacao y me mola la miel cruda. Pero si cojo
harina de almendra, le pongo azúcar de coco, chocolate 99%, aceite de coco
virgen extra y miel cruda y me hago un super pastel y le añado canela y
vainilla de la buena, todo natural 100%, todo producto ecológico y super casero
me podré zampar perfectamente 1.000 calorías de una sentada, sino más.
El problema no es la miel (paleo
y real food), el problema no son los frutos secos (paleo y real food), ni el
coco (super paleo y real food)…el problema es la palatabilidad que nos ayuda a
recompensarnos y a abusar caloricamente del alimento.
Y sí, el éxito de la dieta Paleo
en la reducción de peso, con la llegada de los paleomuffins, paleopasteles,
paleopanes, paleocakes, paleobarritas y paleohistoriasdecocinacasera puede
tener sus días contados, igual como los tuvo la dieta Atkins en su reaparición
en los 90. La industria ya estaba preparada para vender alimentos bajos en
hidratos, y así lo hizo, y por eso fracasó la vuelta de Atkins, y si funciona
la dieta paleo igual como todas las dietas es por dos cosas, o bien porque vuelves
a una comida más simple, menos palatable que la comida industrial, lo que te
hace consumir muchas menos calorías y con una mayor densidad nutricional, o
bien porque te adentras en el estilo de vida “Paleo” que incluye mucha actividad
física, y consigues igualmente un déficit calórico.
Lo cierto es que nos guste más o
nos guste menos, tenemos que crear dicho déficit calórico si queremos perder
peso, y eso lo podremos conseguir bien sólo con restricción calórica, o bien
con déficit calórico aumentando el gasto energético total diario ayudándonos con
el AET (o el gasto energético que produce nuestro entrenamiento) y/o el NEAT (o
gasto calórico procedente del resto de actividades físicas diarias). Y es así
de simple, nuestra dieta, sea vegana, vegetariana, macrobiótica, zen,
cetogénica, baja en hidratos funcionará si consigue eso, y será incluso más
determinante la reducción calórica en la salud de las personas, que los
alimentos que compongan dicha dieta (que también serán determinantes para la
salud, pero posiblemente en menor grado).
El resto es lo más difícil, el mantenimiento y
evitar volver a recuperar la grasa perdida. En eso, un cambio de hábitos, un
cambio de estilo de vida, y una alimentación basada en comida “simple”, no
demasiada, y compuesta principalmente por vegetales puede sernos de gran ayuda,
aunque en un mundo lleno de tentaciones alimentarias, será difícil controlar a
ese cerebro intuitivo, inconsciente y de procesado rápido que domina a la mayor
parte de los humanos.
Yo esto muy contenta con la dieta Paleo y la verdad es que he notado un cambio muy grande en mis digestiones. Llámale Paleo, comida real, realfooding, lo importante es dejar los procesados lo máximo posible.
ResponderEliminarUn saludo!